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lunes, 2 de julio de 2012

No nos representan



Llevo pensándolo casi desde el primer partido de esta competición europea que acabó por ganar, anoche, "nuestra" Selección Española de Fútbol; a medida que los encuentros han ido ocurriendo (contra una Italia guarnecida, contra una Irlanda desmadejada, contra una Francia temerosa, contra un Portugal iracundo y de nuevo, anoche, contra una Italia desarbolada), una idea, que ya surgió en mi pobre cabeza durante los Mundiales, hace dos años, ha ido tomando cuerpo durante esta Eurocopa y ha acabado por instalarse en la alacena de mis opiniones personales: para nuestra vergüenza, estos futbolistas nuestros no nos representan.

El lema principal del movimiento 15M -movimiento que ha derivado en algo bien distinto de lo que comenzó siendo- fue una frase breve, casi un axioma: "no nos representan". Esta aseveración iba dirigida explícitamente a los políticos que conforman el panorama de la Política española; a todos los niveles. Los primeros que se unieron en la Puerta del Sol para protestar y manifestar una indignación profunda contra la forma de abordar los asuntos de los ciudadanos españoles por parte de los políticos en funciones (por aquellos días, los socialistas con Zapatero al frente) acabaron forjando esta frase terrible, esta afirmación tajante que, de un hachazo certero, ponía de manifiesto la desvinculación que sentía el Pueblo hacia sus representantes parlamentarios.

Que la inmensa mayoría de un país, de una nación como la española, sienta en mayor o menor medida que éstos que acampaban en Sol y en otros puntos de la geografía urbana estaban verbalizando, personificando, materializando ese sentir común de indefensión, de estupefacción y de indignación ante la actitud pusilánime y estéril de unos políticos infames; que casi cada ama de casa, cada taxista, cada profesor, cada administrativo, cada pescador, cada médico se sintiera de algún modo representado por esos primeros acampados en la Puerta del Sol madrileña fue un hito emocionante, un acto de catarsis nacional y un signo de madurez ciudadana nunca visto anteriormente. Durante unos días; durante dos semanas llegamos a soñar con ser espectadores y actores a la vez del punto de inflexión histórico tras el que vendría un nuevo Futuro.

Luego, aquello se torció; se entreveró de perroflautas y chusma sobrevenida desde los pequeños partidos extremistas; las tiendas de campaña se llenaron de cartulinas que iban desde las soflamas incendiarias a esas greetings cards insufribles que aseguran que "otro mundo es posible" y otras mil estupideces almibaradas; las rastas y los pañuelos a la palestina comenzaron a dar un color ochentero a la cosa que, en su origen, era impensable. Finalmente, y viendo que las elecciones generales iban a barrer la escoria zapateril de la faz de la Tierra, los socialistas pensaron en apropiarse del movimiento y recalificarlo de terreno rústico a urbanizable, recurso que dominan; azuzaron la protesta, ya desvirtuada, y tras perder sonoramente las elecciones desaparecieron, volatilizándose cualquier rastro de la dignidad mostrada inicialmente.

Una profunda pena inundó mi corazón cuando vi cómo se iba degradando una protesta tan auténtica, tan digna, tan valiente; los jugos románticos que circulan por mis venas -no lo puedo negar- me habían hecho soñar con la llegada de la Revolución: una Revolución incruenta en la que, disponiendo de los medios técnicos adecuados (internet), se iba a sustituir la Representación ciudadana (el Parlamento) por la Responsabilidad individual. Quizás no habría que esperar cuatro años para cambiar de Gobierno; a lo mejor una comunidad de ciudadanos responsables e interconectados a través de la red bastaría para comenzar a organizar un Estado mejor. Habría que articularlo todo, sí; pero por unas semanas parecía que íbamos ser testigos del nacimiento de una nueva Era! De un mundo mejor! ...Al menos, eso llegué casi a creer. Para qué contarles lo que vino después? No se preocupen: no lo voy a hacer.

Los políticos que caminan sobre las alfombras de nuestro Parlamento, así como esos otros que pululan por los distintos Gobiernos autonómicos son, para bien o para mal, nuestros legítimos representantes ante las instancias nacionales e internacionales. Los hemos elegido nosotros depositando nuestro voto de manera voluntaria, y son un fiel y escrupuloso reflejo de aquéllos que les votan. Se han criado en nuestros pueblos y ciudades; se han educado en nuestros colegios, viendo nuestra televisión y leyendo nuestros periódicos; los hemos amamantado con la leche de nuestras madres; les hemos dado de comer y les hemos limpiado la caca y los mocos; les hemos comprado la ropa cuando eran niños y los bolígrafos y carpetas cuando llegaron a nuestra Universidad. La mayoría de ellos, por mucho que se diga en sentido contrario, se han dedicado a la Política con el sincero propósito de transformar la Realidad para mejorarla; otros, con el único fin de que su país prospere. Y quiero pensar que todos ellos -salvo la escoria nazi y la hez nacionalista, que comparten la misma estructura genómica-, abordaron la Política para mejorar la vida de los demás.
Para desgracia de todos, los intereses del Partido (de cualquier partido político) han terminado imponiéndose a los anhelos de cada individuo que milita en él, haciendo aparecer una inmensa fractura entre la Política y el Pueblo; una fractura de tal magnitud que ya muestra proporciones tibetanas.

Pero, y lamentándolo desde la más íntima fibra de mi Ser Político, nuestros rajoys, nuestros rubalcabas, nuestras aguirres y arturmases, nuestros griñanes y valderas, nuestros deguindos y pajines sí nos representan. Quienes de ninguna manera nos pueden representar son los jugadores de la Selección Española de Fútbol. Y no pueden hacerlo porque en absoluto dan el perfil del español medio: en ningún momento de ningún partido han perdido jamás la organización de la jugada; han logrado construir un equipo que ha dejado fuera del campo, lejos del vestuario y a miles de kilómetros del hotel los provincianismos y las pertenencias a clanes o a tribus locales. No pueden representarnos porque han tenido desde el primer momento una confianza absoluta en su entrenador; y éste, en sí mismo. Han elaborado un juego ordenado y preciso en el que cada jugada se estructuraba desde el corazón del centro del campo; cada elemento del equipo tenía una función clara y concisa que ha sido llevada a cabo con precisión de relojería suiza.

Ni el albaceteño Andrés Iniesta ni el guipuzcoano Xabi Alonso ni el madrileño Íker Casillas ni el sevillano Sergio Ramos ni el catalán Xavi Hernández ni el canario Pedro Rodríguez "Pedrito" nos representan en absoluto; porque ellos, desde el Mundial de fútbol que ganaron de manera asombrosa, han demostrado que son gente esforzada que se entrena a diario, que se machaca a ejercicios, que son capaces de someterse a una disciplina y a un rigor estratégico sin poner en duda constantemente cada decisión táctica del entrenador.
No nos pueden representar porque no se pierden en vociferar consignas territoriales; porque han conseguido eliminar de entre ellos todo rastro de hechos diferenciales, toda brizna de deudas históricas, toda maleza de agravios comparativos. Han arrancado de sus corazones cualquier atisbo de ese término absurdo y sin definición que algunos enarbolan como un gato muerto y que se conoce como territorialidad (sic).
No nos representarán jamás, porque coordinan sus movimientos orgánicamente; porque ninguno de ellos se sale de madre y se pone a correr a lo loco sin haber articulado antes una jugada concreta.

No, señores. Estos magníficos futbolistas son españoles, sí; pero en absoluto representativos de lo que en España acontece desde hace décadas. Hombre, por Dios! Hemos estafado a nuestros propios hermanos; hemos despilfarrado nuestras arcas públicas; hemos construido una perfecta red de sinvergüenzas, paniaguados con dinero público; hemos falseado diez mil veces el resultado de las oposiciones para beneficiar a los conocidos; hemos hipertrofiado los favores desde el Poder creando un universo de cuñados estomagantes que ahora no sabemos dónde esconder ni en qué oscuro arroyo ahogar.
Cuando ha habido que castigar a los villanos, que desenmascarar a los sinvergüenzas, que encerrar para siempre a los asesinos, no hemos sido capaces! No hemos tenido agallas para aplicar la Ley cuando ésta era un clamor popular. Hemos sido cobardes con los poderosos y soberbios con los ultrajados. Despreciamos a nuestros jefes por el hecho de serlo; los descalificamos antes incluso de que puedan organizarse; desconfiamos de quienes elaboran planes y establecen prioridades; nos saltamos los semáforos y encima insultamos a quienes nos lo recriminan!

Y ahora, amigos míos, se nos ha caído encima con un estruendo épico el resultado de décadas arrastrando complejos absurdos, gestionando a espasmos un desorden personal y colectivo; décadas de pereza instituida, de indolencia a la hora de tomar decisiones, y, sobre todo, de incapacidad para sentir que pertenecemos a un organismo común: España; una Nación que requeriría la participación y la entrega de cada una de las piezas que la componen. Y es que son tantos, tantos los años de cacareos tribales y agravios entre comunidades que nos hemos vuelto incapaces de relacionar el latido de nuestro corazón con el incremento de actividad en las piernas; la aparición de la fiebre, con la posibilidad de que haya una infección. Coño! el dolor de barriga, con la urgencia de cagar!

No amigos: este equipo de fútbol sobrehumano que anoche ganó por 4-0 nada menos que a Italia no puede ni debe representarnos; porque ellos, pese a ser más españoles que un búcaro, son esforzados, voluntariosos, humildes, disciplinados, organizados y alegres; van con esperanza a sus entrenamientos, reconocen la autoridad de otro y tienen la valentía y el coraje de poner toda la carne en el asador. Si pierden, no protestan al árbitro; si los ponen a caer de un burro, no entran a responder sandeces.
Y su lema no es el soberbio e inoperante "a por ellos", forjado desde la tradicional miopía del toro bravo, sino "trabajo duro, equipo compacto y perfecta organización", algo que, de aplicarse en España, nos haría ser el espejo en el que el todo el planeta querría mirarse.

Pero, por desgracia -y de momento-, nuestros jugadores de fútbol lo ganan todo, cierto; pero no nos representan.

Qué vanidad la nuestra! Qué más quisiéramos!

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Gracias, lector o lectora.











S

12 comentarios:

  1. Es la segunda entrada tuya que leo, pero cuanto más paso por aquí, más me gusta quedarme porque estoy de acuerdo en lo que dices. Gracias por compartirnos tus reflexiones, que también tienen que ver bastante con las nuestras; y gracias también a porpo, que nos hace llegar tus sabias palabras.

    Un saludo.

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  2. Estupefacta me quede.... Me encanta leer tu blog. Una fiel seguidora graciss a porporaporpita.

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  3. me gusta mucho lo que escribes. Sigo a porporaporpita y sabia que una chica tan lista, tan formada, tan genial en una palabra no podía menos que estar con alguién que esté a su altura.

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  4. Totalmente de acuerdo, excepto una ligera puntualización, totalmente subjetiva pero que me interesa comentar. Realmente, ¿Fueron el "perroflautismo", las rastas y las palestinas quienes truncaron el sueño revolucionario? ¿O fueron, una vez más, los prejuicios sociales con los que nos empeñamos en dividirnos los que impidieron que avanzáramos con la fuerza suficiente, a pesar de compartir un mismo objetivo?

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  5. Para cuando esa sinfonía de la roja? Siempre creí que no te gustaba el fútbol ... Il Lungo

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  6. Has dado en el clavo: vanidad, soberbia y pereza. Tal cual.

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  7. Me adhiero a tu autenticidad, sinceridad, humor, y brillantez.
    Lo que no me gusta es que a veces dices lo mismo y de la misma manera que nuestra derecha más rancia, como Intereconomía , y eso ya no me gusta tanto. Expresiones como "perroflautas y chusma sobrevenida", son dignas del mismísimo Federico Jiménez Losantos, la Espe, u otros personajes cavernarios.
    Pero vamos, que me pareces una buena persona y un tío genial.

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  8. No tiene que arrepentirse absolutamente de nada, si me permites.
    Otra cosa es que pueda fastidiarte, pero los teminos concretos son lo que son.
    Otro que le molesta que la gente llame a las cosas por su nombre, y no perderse en divagaciones. Me voy a permitir el hecho de recomendarte mas oportunidades de escucha y análisis de posturas, que seguro has tenido como proscritas por ciertas ideologías de adoctrinamiento que generalmente se han llevado a cabo en este pais de manera implacable.Eso si con cierto "presupuesto"

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  9. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  10. Con esta entrada, y con la que le dedicas a ese impresentable de Gordillo has reflejado plenamente lo que pienso, los políticos sí nos representan, los elegimos nosotros (aunque tengo en mi honra decir que nunca he votado al PPSOE). Con respecto a lo de utilizar calificativos como los de "perroflautas" pues, por desgracia, creo que define bastante bien en lo que está quedando el movimiento 15M del cual fui seguidora en sus comienzos.
    Siendo habitante de este cortijo inmenso del PSOE que es Andalucía y victima de esos recortes en Sanidad (nos hemos ido a la calle miles de personas que trabajábamos en la sanidad pública, sanidad que ya era una mierda desde hacía tiempo y que ya funcionaba a mínimos de personal) pues mirando la botella medio llena lo único que puedo decir es que mis esquemas han cambiado radicalmente, es lo que tiene el haberme quedado sin trabajo y tener tiempo para informarme, analizar, reflexionar y salirme de esa izquierda borreguil y panfletaria. Y no me he ido a la derecha que es más mierda de lo mismo pero con tufillo conservador.
    Echo de menos un enlace desde tu blog a todo lo que está relacionado con La Resistencia.
    Felicitaciones y seguiré con mucho interés tu blog.

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